La brújula


Mientras el hombre dispuso de referencias naturales o artificiales visibles, era difícil perderse. Cuando tenía que atravesar un lugar en el que no existían referencias, lo pensaba mucho y no siempre se aventuraba; tal era el caso de cruzar el mar, una selva espesa o un desierto, en los que era difícil establecer una ruta. Así fue hasta que se descubrió una referencia portátil, que no era afectada por el día o la noche, y que podía ser usada sin problema en lugares como los antes mencionados.

Esta referencia es la brújula, con la ventaja de que trabaja de noche y de día, con niebla, dentro de una selva espesa, dentro de cavernas o a mitad de un océano.


Los griegos extraían un mineral de hierro de la isla de Magnesia, que tenía la particularidad de atraer otros cuerpos de hierro; a pesar de que ya se conocían los imanes muchos años atrás, fue
en China donde descubrió que si una piedra imán se colocaba sobre una tablita, flotante en agua, la piedra indicaba siempre en la dirección norte-sur, según relatos anteriores al siglo VII de nuestra era.

Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XII en que las brújulas fueron construidas casi como las conocemos actualmente En el siglo XIII, los comerciantes y marinos que llevaban productos del Oriente hacia Europa, fueron los que la aprovecharon para hacer sus travesías más rectas y seguras, ya fuera cruzando el mar o los desiertos del Medio Oriente y dieron a conocer este nuevo descubrimiento a los europeos. Prácticamente, sin la brújula, hubiera sido difícil el descubrimiento de América en el siglo XV por Cristóbal Colon.

A fines del siglo XIX y principios del XX, al hacerse expediciones hacia los polos geográficos, notaron que la brújula era inútil, por comportarse en una forma extraña. Durante una expedición de Amundsen, para descubrir un paso por el norte del continente americano, en la época del deshielo de las regiones polares del norte, entre el Océano Pacífico y el Atlántico, al cruzar por las islas que se encuentran al norte del Canadá, se descubrió que el Polo Norte magnético, se hallaba muy al sur del polo geográfico. En observaciones posteriores, se ha comprobado que la posición del polo magnético varía en forma no muy regular, haciendo que con el tiempo, se desplace la indicación de la brújula.

Esta diferencia entre la ubicación de los polos, hace que la brújula, en la mayor parte de la tierra, no indique exactamente hacia el polo geográfico, que es la referencia a la que se dirigen todos los mapas.

Por otra parte, la variación de la posición del polo magnético, hace que con el tiempo no sirva como referencia para los mapas. A la diferencia entre la indicación de la brújula y la dirección real del polo geográfico, se le conoce como declinación o variación magnética.